Hace unas semanas tuve la oportunidad de hacer una escapadita a Milán y aprovechando el viaje pasé por el Palazzo Reale a ver una exposición sobre Leonardo Da Vinci. La verdad es que con este artista no soy objetiva ya que me tiene enamorada desde que soy pequeñita y cuanto más le estudio, más facetas conozco de él y más leo sobre él más me gusta y me apasiona todo lo que hace.
He de decir que esta exposición me entusiasmó, pude acercarme a una parte de su trabajo que sólo había podido disfrutar en libros o en documentales así que estar cerca de páginas de sus manuscritos, de sus inventos o dibujos de sus primeras épocas me pareció algo extraordinario.
El Palacio Real de Milán acogió hasta el pasado domingo una muestra de más de 200 trabajos realizados por este polifacético artista. “Leonardo da Vinci 1452-1519. El dibujo del mundo” se trata de “la más grande e importante muestra dedicada a Leonardo que se ha realizado en Italia” y que ha sido la culminación a cinco años de intenso trabajo entre los comisarios y las instituciones que han cedido obras para esta exposición.

Entre las obras que pude ver se encontraban obras procedentes del Museo del Louvre, dibujos de la Royal Collection de Isabel II de Inglaterra, de la Pinacoteca Ambrosiana de Milán, de la Pinacoteca Vaticana, etc. He de destacar que los dibujos y los cuadros que pude ver en la exposición eran increíbles pero lo que más me impactó y me gustó fueron las diferentes hojas de sus códices, es decir, poder apreciar parte de los diarios o cuadernos de campo de este genio me pareció algo escepcional que no puedo describir con palabras. El legado de Leonardo a través de los Códices comprende estudios en prácticamente todos los campos del saber: geometría, hidráulica, física (Códice Forster), tratados de pintura (Códice Urbinas), arquitectura y matemáticas (Códice Arundel). Pero lo que me resultó más curioso fue ver el como escribía ya que lo hacía al revés y de derecha a izquierda lo que hace que se lectura sea más compleja todavía. La sensación al ver las páginas de los códices es que resultan caóticos, carentes de orden y método y se puede apreciar coo las notas se van amontonando en los huecos sin tener un orden. Esto me hace preguntarme si realmente quería compartir su conocimiento o si simplemente quería explorar el mundo y le daba igual a quien llegase ese conocimiento o que no llegase. Una cosa tuve clara al apreciar los manuscritos y es que Leonardo poseía una cabeza privilegiada y eso se pude apreciar en cada trazo.

La exposición no se centraba en un sólo Leonardo sino que a lo largo de las salas del Palacio nos iba mostrando al Leonardo científico, al ingeniero, al pintor, al escultor, al escenógrafo, etc… En definitiva, al genio. A lo largo de sus 67 años de vida creó de forma compulsiva, escribió de igual manera y su cabeza no dejaba de pensar e idear cosas nuevas. Su curiosidad no tuvo límites y en palabras de Pietro C. Marani, comisario de la exposición, “Leonardo Da Vinci era consciente al final de su vida de haber ido demasiado lejos al afrontar los más diversos campos de investigación, hasta el punto de haber perdido de vista el verdadero objetivo final de sus investigaciones: la unidad del conocimiento”. Esa búsqueda, ese dibujar el mundo que le rodeaba para llegar a entenderlo, esa búsqueda de la belleza es el hilo conductor de toda la exposición.
A parte de las obras de este genio, los comisarios creyeron oportuno acompañar y confrontar sus obras con las de otros artistas no sólo de su época sino de otras también. Convirtiendo la muestra en un reto intelectual y físico para el espectador. Algo realmente estimulante para aquellos que nos acercábamos al Palazzo Reale.
“Porque es verdad que Leonardo innovó pero sobre todo perfeccionó, tanto desde el punto de vista artístico como desde el tecnológico o el científico. De ahí que hayamos decidido exponer algunas de sus fuentes tecnológicas, como algunas herramientas originarias de la época de Brunelleschi, junto a los dibujos de Leonardo que reproducen aquella tecnología. Estamos acostumbrados a ver a Da Vinci como un genio precursor, pero este es un aspecto propio del siglo XVII, que pesa todavía sobre los estudios y la idea que el público tiene sobre el genio. Por eso hemos querido que el visitante encuentre en esta exposición a un Leonardo que atesora todo aquello que lo rodea y a continuación lo transforma”.
Pietro C. Marani
Realmente, fueron unas cuantas horas muy intensas en las que a lo largo del recorrido los estimulos eran constantes, la información abrumadora, la mano se me iba a mi cuaderno de campo constantemente en busca de un hueco para descargar todo lo que mis ojos veían y mi cerebro quería atesorar. Ciertamente, esta exposición era muy ambiciosa y es ahora, después de un mes y de haberme leído tranquilamente el catálogo y mis anotaciones cuando mi cerebro empieza a absorver, clasificar y ordenar todo lo vivido y disfrutado. Un placer para las sentidos pero la sensación de terminar el recorrido y pensar que la información que ha acumulado tu cerebro era demasiada… me duró unos cuantos días y es ahora poniendo en perspectiva cuando poco a poco voy disfrutando de cada una de las obras que pude ver: Leonardo en estado puro y como nunca lo había visto. Sin duda esta exposición ha sido una de las mejores que he visto este año sino la mejor.
